miércoles, 28 de enero de 2009

En busca de las chicas

Era primer año de secundaria y durante el trayecto desde nuestra casa al colegio o viceversa se conocía muchas chicas en el bus que nos transportaba. Un Grupo de esas amigas estudiaban en el colegio Fanning… no recuerdo el nombre de todas pero algunas de ellas vivían en la misma cuadra donde habitaba un compañero de colegio de apellido Triveño y gracias a él la llegue a conocer a todas ellas.
No se si era muy precoz, pero el estar recién comenzando la secundaria en un colegio de varones, decir a los compañeros que se tiene amigas de otro colegio sonaba Interesante. Tanto es así que algunos por la curiosidad querían conocerlas.
Un día, no recuerdo cual, el profesor del cursor de la última hora de clases no fue, por lo que un grupo de mis amigos nos escapamos del colegio (Cosa que era usual durante toda mi secundaria). Entre ellos estaban Pariona, el chato “Díaz”, Triveño, Yo, y no recuerdo quienes más. (Si alguien no lo sabe, mi colegio quedaba en la Av. Alfonso Ugarte de Lima y teníamos que dirigirnos hacia el colegio de las chicas, es decir, a la altura del Hospital Rebagliati por lo que un cálculo rápido podria decir que eran unos 4 ó 5 kilómetros más o menos). Así que junto a mis amigos comenzamos a andar hasta nuestro destino.
El caminar tanta distancia involucra hablar de diversos temas. Por estar estudiando en un colegio que se encontraba en el centro de la ciudad, todos mis compañeros venían de diversos sectores de la Gran Lima por lo que los temas a tratar eran variados y será motivo para escribirlos en el blog más adelante. Sin más detalle llegamos hasta nuestro destino minutos antes de que las chicas salieran del colegio. Estábamos en el paradero esperando las chicas cuando a lo lejos se ve un grupo de ellas dispuestas a cruzar la Avenida para dirigirse al paradero donde nos encontrábamos.
Al estar cerca las chicas, como que se intimidaron y se mantuvieron en grupo a cierta distancia de nosotros. En eso Triveño y yo nos acercamos con la intención de saludarlas y presentar a nuestros amigos cuando en eso llegó el Bus que las transportaba. Sin más que decir, las chicas se subieron al bus y Triveño y yo tuvimos la disyuntiva de subir o no subir, si subíamos nos íbamos con las chicas pero nuestros compañeros se quedarían y si no quedábamos las chicas se iban. Por lo que corto ni perezoso óptamos por la primera opción.
Al día siguiente, nadie se molestó, Triveño y yo seguiríamos dirigiéndonos hacia donde estaban las chicas por un tiempo más pero esta vez sin más compañía que nosotros dos.

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